martes, 12 de marzo de 2013

Viendo como la vida pasa.

Hoy hace un bonito día romántico,
los campos blancos me tientan,
a no querer soltarte del brazo,
y fundirme contigo en un cálido abrazo.

Pero tú eres de las que se quedan en casa,
solitaria, viendo como el tiempo pasa...

Hoy hace un claro y bonito día de playa,
el sol, alto en el cielo, calienta que da gusto,
y yo quiero besarte a merced de las olas,
y amarte sobre el mar, besarte a todas horas.

Pero tú eres de las que se quedan en casa,
solitaria, viendo como el tiempo pasa...

Hoy la luna luce orgullosa,
altiva y llena en el cielo estrellado,
y yo solo quiero pasear bajo ella,
con mi damisela, mi única estrella

Pero tú eres de las que se quedan en casa,
solitaria, viendo como el tiempo pasa...

Y ¿sabes? Yo quiero vivir y sentir la vida,
y lo voy a hacer sin tenerte a mi lado,
porque yo no soy de los que se quedan en casa,
solitario y triste, viendo como la vida pasa...

viernes, 8 de marzo de 2013

Ya veremos quién es el que se quedó atrás


Me tumbo en la cama. Bobby de fondo hablando sobre unas visiones que tubo mientras estaba fumado. De una tal Joanna, creo. Me cubro con el edredón y mi mente, en vez de frenar el frenético ritmo de un largo día arriba y abajo, mete séptima… Qué digo séptima, mete decimoquinta. Y empiezan a pasar, delante de mis ojos, como si fueran fantasmas que vagan en la niebla de una fría noche de enero - noche de invierno mediterráneo, ese invierno cálido que de golpe, te trae la amenaza de una nevada que te transporte al mismísimo polo sur - caras que conozco demasiado bien. Caras que tienen nombre y apellidos, y recuerdos asociados, grabados a lava en sus ojos. Recuerdos de palabras mal dichas, y de no otras que ni siquiera llegaron a salir. De malas acciones, y de otras que nunca llegaron a accionarse. De decisiones que, de ser diferentes, hubiesen supuesto un camino completamente diferente. Un universo paralelo.

Ahora Bobby dice que tarde o temprano, uno de los dos sabrá que hiciste lo que debiste hacer. Are you talking to me? – y la voz de mi conciencia se torna una burda imitación de De Niro delante del espejo de su apartamento, en un receso de su odisea cosmopolita dentro de un taxi. ¿Me hablas a mí? ¿Quién de los dos lo sabrá, yo o un “tú” que tiene mil nombres? Yo solo sé que todos esos fantasma eléctricos que pasan por mi cara son todos agridulces. Error. Y otro error. Y otro más. Y te das cuenta de que más que tomar decisiones, he sumado errores. Uno tras otro. Unos son errores míos, otros son errores en sí mismos. Pero siempre me acabo levantando. ¿Pero sabe usted, señor Zimmerman? Uno a veces se cansa de levantarse y prefiere descansar, quedarse tumbado en la cama, en posición fetal, y llorar como un recién nacido el cual aún no tiene heridas ni cicatrices que condicionen su ser, ni su ego. Ni su orgullo. Ni sus miedos. Ni sus complejos. Y a veces no entiendo cómo puedo haber sido tan cenutrio, de tomar las decisiones erróneas. De no haber abierto la boca cuando debería y no cerrarla cuando debería haber callado. De no haber luchado cuando tocaba pelear y de pelear cuando tocaba luchar. De pecar de ingenuo y creer que la gente es pura e inocente. Y me pregunto, ¿qué habría sido mi vida de haberte dicho que te quería? ¿De haber dicho que no, que no quería dar una vuelta más? ¿De haberte dicho que estuvieses por mí, y no por otro? Y me imagino risas, besos, amor, pasión, confianza, felicidad, unas vacaciones en la playa, un viaje en moto, un concierto de punk; pero del guarro, no este que está de moda últimamente, de punk al que se le seca la boca y le pica la nariz. De filosofía barata, de poesía espontánea y flujos de consciencia que derriban puentes de complejos y miedos, como un rio desbordado después de una tormenta.

Y pienso, qué dura eres conmigo, pero ya sé que no eres justa, ni nunca lo serás. No eres más que una suma de errores, de tropiezos con una misma piedra, la de nuestra estupidez. De qué haces el amor, te quejas, reprochas, emborrachas y haces el amor como una mujer. Pero que rompes las cosas como una cría. Qué gran razón tienes, Bob, al decir eso.  Pero al fin y al cabo siempre nos levantamos, una vez y otra, y otra, y otra. Pero en el fondo, tu alma no quiere más que descansar al lado de su otra media parte, que le fue arrebatada por un mujeriego dios griego hace tanto tiempo que ni ella misma la recuerda. Por eso la busca con tanto anhelo que se despierta, se tropieza, y vuelve a caer. Tan despistada que no para a mirar el paisaje. Y no me queda más que seguir mi camino. Vosotros por el vuestro y yo por el mío, ya veremos quién es el que se quedó atrás. Y por ahora, mi camino es levantarme de la cama, encender la pantalla del ordenador y dejar que mi conciencia fluya a través del teclado de mi ordenador mientras Dylan canta precisamente eso: ya veremos quién es el que se quedó atrás.