martes, 12 de febrero de 2013

Confesiones tras unos ojos tristes



Amor y amistad. Dos nombres diferentes para un mismo sentimiento. A los amigos, se les quiere igual que quieres a tu pareja, a tu mujer, a tus hijos. Es exactamente el mismo sentimiento, simplemente hay una diferencia común entre los amigos y los hijos, el hecho de no haber amor físico. Cuando una amistad es sincera, estás enamorado de esa persona, como si fuera tu pareja, pero no hay sexo. Pero si hay celos, rabietas y rayadas típicas de una relación de pareja. Porque lo son, son relaciones de pareja, sin sexo, pero con el mismo sentimiento.

Ya sé que soy una persona a la cual le cuesta agradar a los demás, que tiene un carácter “difícil”, pero los amigos que tengo, son los que han sabido mirar más allá de esta mala primera impresión, de esta mala máscara y mala carta de presentación y han descubierto a una persona que daría la vida por ellos. Yo doy la vida por mis amigos, la daría y la he dado. Yo sufro mucho por mis amigos, lloro por ellos; si ellos están mal, yo estoy mal; si ellos son felices, yo soy feliz; lamento sus derrotas y celebro sus victorias. Los amo con una intensidad inescrutable. Pero no me los follo. Esa es la única diferencia entre el amor y la amistad: el acto carnal. El sentimiento es exactamente el mismo: amor. Al fin y al cabo, las mujeres vienen y van, y no con todas estableces una amistad sincera. Pero son tus amigos, los que se cuentan con una mano, los que siempre están ahí, llueva, nieve, haga sol o tormenta. Siempre

Por eso me duele tanto, cuando las cosas no me van bien con dichos amigos; enfermo y enloquezco a niveles realmente insoportables para las personas que me rodean insoportables incluso para mí mismo. He tenido la desgracia de perder a varios de mis mejores amigos para siempre debido a estos desajustes y,  creedme, no hay peor dolor que decir adiós a un amigo, a alguien que amas tanto, por el que has hecho tanto, y recíprocamente, él ha hecho por ti. Solo hay dos cosas que duelen más que despedir a un amigo y no pienso decirlas para no herir mi propia sensibilidad.

¿Y sabéis?  Estoy harto de esta faceta mía, de esta primera impresión, de ser tan irritable, tan irascible, de enfadarme por tonterías y herir a las personas que me rodean, a mis amigos; de esta hipersensibilidad crónica que te hace hacer un universo de un grano de arena. De tener a un fantasma, siempre detrás de mí, con un traje estampado con la palabra “soledad”. De sentirme terriblemente solo cuando en verdad estoy rodeado de gente que cada día demuestra que está mi lado, en lo malo y en lo bueno. De necesitar siempre atención continua, de depender de alguien, que no sea yo, para ser feliz, de estar siempre encima reclamando más, y más y más y más…  Porque les amo y se me parte el alma cada vez que les hago sufrir.

Por eso os digo que “si mi puño se cierra, ábrelo, antes de que lo use y pierda mi encanto; y cuando sonría, dame malas noticias, antes de que ría y actúe como un payaso. Y si trago algo malo, pon tu dedo en mi garganta, y si tiemblo, por favor, dame una manta; mantenme caliente, déjame tu abrigo” 


...because no one knows what it’s like, to be the bad man, to be the sad man, behind blue eyes.



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